domingo, 20 de mayo de 2012

La gran odisea del destierro una herida sangrante




Pero, a pesar del celo y del esmero con que se organizó la salida de los moriscos de España, muchos permanecieron en ella después de estas fechas: unos acogidos a las disposiciones eximentes, bien por entrar en religión acogidos a los conventos, o por matrimonio con cristianos viejos: muchos escaparon a la expulsión buscando una vida nómada, fuera de sus pueblos de origen, para no ser conocidos, ejerciendo como vendedores, artesanos ambulantes, arrieros o recaderos, manteniendo sus costumbres como criptomoriscos, durante generaciones."

"Salieron pues los desventurados moriscos por sus días señalados por los ministros reales, en orden de processión desornada, mezclados los de pie con los de a caballo, yendo unos entre otros, reventando de dolor, y de lágrimas, llevando grande es­truendo y confusa vózería, cargados de sus hijos y mugeres, y de sus enfermos, y de sus viejos y niños, llenos de polvo, sudando, y carleando, los unos en carros apretados allí con sus personas, alhajas y baratijas: otros en cavalgaduras con estrañas inven­ciones y posturas rústicas.... cada qual con lo que tenía. Unos yban a pie, rotos, mal vestidos, calvados con una esparteña y un çapato, otros con sus capas al. cuello, y otros con diversos envoltorios y líos...".
"Entre los sobredichos de los carros y cavalgaduras (todo alquilado...).. yban de quando en quando (de algunos moros ricos) muchas mugeres hechas unas debanaderas, con diversas patenillas de plata en los pechos, colgadas de los cuellos..., y con mil gayterfas, y colores, en sus trages y ropas, con que disimulavan algo el dolor del coraçón. Los otros que eran más sicomparación, yban a pie, cansados, doloridos, perdidos, fartigados, tristes, confusos, corridos, rabiosos, corrompidos, enoj ados, aburridos, sedientos, y hambrientos: tanto, que por justocastigo del cielo no se veyan hartos ni satisfechos, ni les bastava el pan de los lugares, ni la agua de las fuentes, con ser tierra tan abundante, y con dalles el pan sin límite con su dinero."

Cuatro siglos del destierro de los moriscos de Málaga
En Málaga eran mayoría en los pueblos de la Axarquía, donde reinventaron la agricultura de la comarca
Era invierno. Probablemente el sol, todavía sin fuerzas, se desperezaba. El Puerto hervía de fardos y de rostros. Granadinos, jiennenses, almerienses, todos con poco ánimo para el turismo. Felipe III les había quitado las ganas. En lugar de postales, portaban cajas de esparto. Los niños no querían jugar, se ocultaban en los vestidos de las madres. No regresaban, sino iban. Enero de 1610. Temprano. Los moriscos se quedaban definitivamente sin tierra.
Las raíces las tenían en África, pero eran andaluces de solera. Su nombre funciona todavía como segundo gentilicio de pueblos como Sayalonga. No se fueron por diferencias con los cristianos viejos, ni por el problema de las lindes. La campaña contra los otomanos fue sangrienta, se necesitaban nuevos titulares. En el contexto de la época, el destierro prestigiaba.
Juan Jesús Bravo Caro, director del departamento de Historia Moderna de la Universidad de Málaga, recuerda que la situación del colectivo en la provincia era muy diferente a la del resto de España. La mayoría procedía del Reino de Granada, habían rebajado drásticamente su número a partir de 1560. De las 300.000 personas expulsadas hace justamente cinco siglos, sólo 12.000 eran malagueños. La originalidad fue marcada con sangre. A los avatares de la conquista, más larga y afilada en estos pagos, se suma la represión de rebeliones como la de la Alpujarra y algunas secuelas de La Axarquía. Es el caso de Alozaina, donde las revueltas culminaron en el nacimiento de una leyenda, la de María Sagredo, una joven que repelió el ataque con colmenas de abejas, lo que le valió convertirse en una de las primeras mujeres con graduación militar, Alférez de los Tercios.
A pesar de las crónicas de héroes y espadas, la convivencia entre moriscos y cristianos viejos no estaba salpicada por la enemistad militante. Bravo Caro cuenta que había sectores que exigían mano dura, pero que, en general, el resentimiento es una ficción contemporánea. Su conversión, espoleada por un ultimátum, databa de hace casi un siglo. Incluso, se daban los matrimonios mixtos. "Las razones de la expulsión fueron tres, en orden ascendente de importancia. Primero, la desconfianza, segundo, la intención de quedarse con sus tierras y, por último, la batalla contra los otomanos en el Mediterráneo, que necesitaba un golpe de efecto".
Los moriscos no eran en Málaga los reyes del mambo. Los que piensen que se paseaban con barbas monumentales, arrojando limosna a los cristianos, están profundamente equivocados. Eran humildes y trabajadores. Felipe II había ordenado que se mezclaran con el resto de la población, pero en la provincia, una vez más, las cosas eran distintas. Las revueltas dejaron la capital huérfana de conversos. En La Axarquía, por el contrario, representaban la mayoría. Muchos pueblos no tenían ni un solo habitante de los denominados antiguos cristianos.
El colectivo se hizo de la comarca. Su actividad la agricultura, de la que son los principales valedores. Las técnicas moriscas revolucionaron la tierra. A ellos se le atribuyen algunos de los cultivos más afamados de Málaga. La caña de azúcar, la festejada pasa, que preparaban con nuevos procedimientos de secado. El desarrollo agrícola fue tan vasto que después de la expulsión, los nuevos pobladores no sabían cómo alimentar el campo. "Su habilidad era muy apreciada, exportaban, incluso, muchos productos a los países nórdicos", dice Bravo Caro.
Los malagueños de origen morisco eran apreciados por su capacidad de trabajo. El esfuerzo, el invento de productos llamados a demudarse en el símbolo de Málaga, no les valió de eximente. El traslado no fue un cambio de tierras, sino el principio del infierno. En África les consideraban cristianos y traidores, quemaban sus asentamientos, violaban a sus mujeres. Cervantes, familiarizado con el colectivo en el cautiverio de Argel, resume su dolor, del que se cumplen cuatrocientos años: "Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacemos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería y en todas partes de Africa donde esperamos ser recibidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan (...)".








No hay comentarios:

Publicar un comentario

Turismo, todo por empezar, todo por aprender

Turismo, todo por empezar, todo por aprender   En la carrera fácil hacia el éxito nos olvidamos del paso a paso y consolidar los logros   En...