jueves, 25 de octubre de 2012

Andalusies en el África subsahariana, la curva del Níger


Al final precioso documental de más de una hora

La expulsión de los moriscos, se inicio en 1609 y termino en 1614, con la expulsión de los últimos moriscos del valle de Ricote. En esto, es verdad que influyo bastante poco la inquisición. Aunque había gente que pedía su expulsión por motivos religiosos, lo que realmente decidió su expulsión fueron motivos de seguridad y ocupación de territorios.

En cuanto a la influencia de su expulsión: si bien, en términos generales, la expulsión de los moriscos, no fue determinante para la crisis del siglo XVII, tampoco podemos afirmar que no influyó.
Antonio Domínguez Ortiz, recoge en su libro: "El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias", las siguientes cifras dadas por Lapeyre:

Valencia: 117000
Aragón: 61000
Cataluña: 4000
Murcia: 14000
Castilla y Extremadura: 45000
Andalucía: 32000

Teniendo en cuenta estas cifras, tendríamos que decir que la influencia de la expulsión, fue desigual, según que reinos. Siendo muy fuerte en Aragón y Andalucia y desastrosa en Valencia.
Además la expulsión, no solo produjo un descenso en la población considerable para aquella época, sino que significo una baja de la productividad importantísima.

La religiones en esa época no se caracterizaron especialmente por ser tolerantes las unas con las otras, y podríamos encontrar casos de tolerancia e intolerancia parecidos en ambas.

ANDALUCES EN LA CURVA DEL NÍGER





La diáspora andaluza, que tuvo su origen tras la conquista de Al-Andalus, ha escrito una de sus páginas más emotivas y legendarias al otro lado del gran desierto del Sahara, en la Curva del Níger, donde hace cuatro siglos un ejército andalusí capitaneado por el almeriense Yuder Pachá, conquistó un imperio con la intención de construir un nuevo hogar, como consecuencia de la pérdida del viejo solar andaluz.

Un capítulo de nuestra historia, desconocida por la gran mayoría de los andaluces, que ha sido silenciado o distorsionado a propósito por diversos investigadores, temerosos de que pudiera proporcionar datos reveladores sobre la destrucción de una cultura que hizo brillar al medioevo andaluz.

Ya han transcurrido cuatro años desde que una expedición científica, organizada por las universidades de Granada y Sevilla, atravesó la inmensa planicie pedregosa del Tanezrouft y los temibles arenales de la Markuba, en el Sahel, para encontrarse con los descendientes de aquellos conquistadores andaluces, que aún sobreviven a las continuas turbulencias políticas y climáticas que azotan a la Curva del Níger. Lo que encontraron a orillas del Níger los investigadores andaluces fue muy distinto de lo que contemplaron los andalusíes a finales del siglo XVI. A Yuder Pacha y su ejército el mítico río Níger, padre fecundador del Africa occidental, le evocó el Guadalquivir, que por entonces bañaba una tierra fértil que hizo abrigar esperanzas a nuestros andaluces de construir una nueva Andalucía. Pero cuatro siglos después de aquella hazaña insólita, aquella región africana, perteneciente al actual Estado de Mali, se encuentra sometida a un proceso incesante de desertificación que amenaza a los habitantes de la Curva y la propia comunidad andaluza. Proceso que se ve acentuado por la política de disgregación étnica que ejerce el gobierno de Bamako, encaminada a destruir las señas de identidad de los andaluces, comunidad de 50.000 personas. A pesar de todo, diversos intelectuales de esta comunidad consiguen mantener la conciencia sobre sus orígenes, algunos elementos que los identifica como colectivo y recuerdan con orgullo la gesta heroica que protagonizaron sus antepasados. Hagna Doumbou Touré primer jefe de esta comunidad de origen andaluz, que murió recientemente como consecuencia de las difíciles condiciones de vida que afligen a los habitantes del Sahel, dijo a los científico andaluces que el ejército capitaneado por Yuder disponía dcl apoyo logístico del sultán de Marruecos, Al Mansur, y en sus filas contaba con un cuerpo de fusileros procedente del Al-Andalus. Que disponía de cuatro cañones manejados también por andalusíes y un segundo cuerpo de lanceros marroquíes. Explicó Magna que el grupo expedicionario, integrado por 4.000 hombres, tardó cuatro meses en cruzar el desierto del Sáhara, en cuya travesía -la primera que realizaba un ejército en la historia del gran desierto- quedó sensiblemente diezmado. En Tondibi, a los pies de las montañas Negras, tuvo lugar la gran batalla que permitió a los andalusíes la conquista del imperio regido por la dinastía de los Askia, hoy, una aldea de escasas chozas duramente castigada por la sequía. Fue en esta población donde sonaron por vez primera en Africa occidental las detonaciones dc la artillería andaluza que provocaron el pánico en el poderoso ejército del emperador. Sólo así se explica la vertiginosa caída del impero Songhai, pues los africanos desconocían hasta entonces lo que eran las armas de fuego. Desde ese momento los aborígenes de la Curva denominan a los descendientes de los conquistadores con el apelativo de "alarmas", en memoria de la decisiva batalla de Tondibi, que cambió bruscamente el curso de su historia.

Hagna Dojmbou explicó a los cientificos de las universidades andaluzas, que cuatro siglos después sigue las huellas de los conquistadores a través del desierto, mediante Land Rovers, que la dominación de los andalusíes se prolongó hasta 1833, en que fueron derrotados en Diré por la etnia de los Peul, que aprendió precisamente de ellos el arte de hacer la guerra con armas de fuego. El que fuera primer jefe de la comunidad y uno de los principales intelectuales de la Curva afirmó que el declive andalusí estuvo en parte motivado por las luchas intestinas que se producían continuamente entre las distintas facciones del ejército de Yuder, las procedentes de Al-Andalus y la originaria de Marruecos, conflicto que respondía a los proyectos enfrentado del capitán almeriense y Al-Mansur. El gran estratega andalusí deseaba crear una nueva Andalucía para los moriscos expulsados del reino de Granada, mientras que el sultán pretendía someter el Sudán a su soberanía.

No obstante, los armas o al menos parte importante de ellos han logrado permanecer dentro del grupo de hombres notables de ese país africano, superando los distintos cambios políticos acaecidos en la región, desde que llegaron hasta nuestros días. Ejemplos como el de Hagna Doumbou Touré, uno de los intelectuales mejor documentados de la Curva, recordado como una auténtica biblioteca viviente, o el de su sobrino, Zacaría Touré, hasta hace poco alcalde de la ciudad de Gao, son suficientemente ilustrativos. Ambos se consideraban descendientes directos de Yuder Pachá y son capaces de remontarse hasta la octava generación en su árbol genealógico, pero seguramente lo sean de los hijos que adoptara el líder andalusí para asegurar la consecución de la dinastía, ya que Yuder era eunuco.

Pero existen en la Curva del Níger otros "armas" vinculados a la élite social de Mali. Son los casos del director del Instituto Ahmed Babá de Tombuctú, Mohamed Zoubert, descendiente del poeta sevillano Ibn Al-Zubayr, o el alcalde de esta misma ciudad, Ben Barka, que lo es de un miembro perteneciente a la fracción marroquí del ejército de Yuden. Esta situación privilegiada obedece, sin duda, al papel destacado que protagonizó la comunidad andaluza de los "armas" para lograr la descolonización del país por parte de los franceses y en la construcción del nuevo estado de Malí, surgido tras la independencia que obtuvo en 1960.

Son los "armas" que permanecen en la clase privilegiada de Malí quienes poseen hoy una memoria sólida sobre sus orígenes y evolución. En algunos casos, lucen todavía los distintivos que utilizaron sus antepasados en el ejército de Yuder, que se los van pasando de unas generaciones a otras, y conservan la toquilla que llevaran sus ancestros, de distinto color, según la categoría militar que hubiesen tenido: roja para los comandantes, negra para la tropa y amarilla o verde para grados intermedios. No ocurre lo mismo con los miembros de esta comunidad pertenecientes a clases sociales inferiores, que apenas si recuerdan su procedencia. Aunque la mayoría suele vestir impecables túnicas blancas que contrastan fuertemente con los llamativos "bubús" utilizados por las distintas etnias que habitan la Curva.

Una de las costumbres sociales que mejor han conservado los "armas" es el rito nupcial, idéntico al que se observa todavía en algunos pueblos andaluces. La boda que celebran entre ellos se caracteriza en que la novia -acompañada de familiares y amigos- se dirige a la grupa de un caballo hacia la casa del novio.

Formando parte de la ceremonia, los parientes de los novios protagonizan un juego simbólico en el que se intentan introducir los respectivos estandartes familiares en la casa del contrario. Según la tradición, el estandarte portado por el séquito del novio es de color rojo, mientras que el de la novia toma como distintivo el color blanco.

Sin embargo, el futuro de los "armas" es inquietante. Su comunidad puede extinguiese en los próximos años, y con ella, un testimonio muy valioso sobre uno de los periodos más impresionantes de la historia de Andalucía. Los "armas", al igual que la otras comunidades de la Curva, se ven sometidos a la política de disgregación étnica que promueve el gobierno de Bamalco, controlado por la etnia Bambara. Antes de la independencia, los franceses también intentaron socavar sus señas de identidad, saquearon sus casas y robaron los escudos, los cañones, las pistolas, las banderas, que ahora se encuentran repartida por los museos de París, Centro Europa, Este de Europa o Estados Unidos. Pero si los franceses no lo consiguieron del todo, ahora las autoridades malienses parecen decididas a culminar el proceso. Incluso los científicos andaluces que en 1984 fueron a su encuentro tuvieron dificultades en localidades como Bourem, donde es la propia gendarmería de policia la que prohibe terminantemente hacer cualquier tipo de investigación en tomo a esta comunidad andaluza.

El Gobiemo de Malí está propiciando la mezcla de las numerosas etnias que coexisten en la Curva, tanto de la mayoritarias -Songhai, Bambara, Peul, y Dogón- como de los grupos étnicos menores Malinké, Dioula, Sara-koli, Bobo, Mossi, Senoufo, Mi-nianka, Toucouleur, Tuaregs y por supuesto, la comunidad de los "armas". Quizá con propósito de eliminar las posibles rivalidades que puedan persistir y potenciar el sentimiento nacional en una población tan heterogénea, pero esta versión se contradice con el hecho de que los bambara acaparan la mayoría de los cargos públicos de la Administración en detrimento de las restantes etnias o grupos.

Hagna Doumbou Touré señalaba en su conversación con los investigadores de la universidad andaluza que "la ley prohíbe hacer particularismos" y añadía que sus hijos no tendrían más remedio que elegir esposa entre las mujeres de la etnia songhai.

En la actualidad, todos los 'armas' se han mezclado con miembros de esta etnia u otras, lo que ha provocado la pigmentación de su piel y la consiguiente pérdida de hábitos propios. Las mujeres "armas", por ejemplo, se han visto asimiladas en casi todas las facetas de su vida a las costumbre de la mujer songhai. Es la encargada de moler el mijo grano que sirve de alimento básico a la población y se les encomienda la función específica de procrear, muy importante en un país donde el índice de mortalidad infantil es elevado. Se desconoce por la intimidad de la costumbre si realizan, al igual que otras etnias, la ablación clitoridiana y la infibulación, pero viven tal y como lo hacen las mujeres songhai, en las chozas ubicadas en los grades patios que caracterizan a las casas de la Curva. A pesar de todo la mujer arma" de Tombuctú continúa aplicando a sus hijos el corte de pelo propio de la comunidad, que denominan "diokoti": un rapado que se caracteriza por la fijación de cinco puntos en el cráneo. Esta costumbre ha desaparecido, en cambio, entre las mujeres "armas" de la ciudad de Gao, segunda ciudad en importancia, después de Tombuctú, en la que se asienta la comunidad andaluza.

También los "armas" hacen denodados esfuerzos por conservar algunas expresiones de origen y palabras como "alcaide", "alfalfa", "alpargata" , "albornoz", "garrafa", "ámbar', "alfombra", todas ellas procedentes del castellano que hablaban sus antepasados cuando llegaron a la Curva, idioma éste que a su vez las tomó del árabe. Algunas de estas palabras han sido asimiladas por la lengua songhai, con las lógicas distorsiones. Y son los miembros más ancianos de la comunidad quienes todavía saben contar hasta diez en castellano. Las nuevas generaciones sólo conocen el francés. No obstante, en el prestigioso Centro Cultural Ahmed Babá de Tumbuctú se recopilan numerosos documentos escritos en árabe y castellano antiguo en los que se recoge el origen y la evolución de los "Al-armas".

lunes, 8 de octubre de 2012

Música Radio Tarifa - Sin Palabras


Radio Tarifa-Sin Palabras

RADIO TARIFA propone en sus discos temas proprios y temas tradicionales arreglados. Se trata a menudo de arreglos modales. Este tipo de arreglo permite redescubrir desde otra perspectiva temas que se han compuesto sin armonía y que desde un siglo o dos se interpretan generalmente con un acompañamiento armónico de guitarra. Es el caso, muy probablemente, de muchos cantes flamenco.

Quitando la armonía, se descubre la afinidad entre las músicas tradicionales ibéricas y las músicas cultas y populares del mundo mediterráneo próximo, por ejemplo las del norte de Africa (música andalusí, música beréber, etc...). Por esa razón, insertar en un tema popular andaluz un estribillo proveniente del Maghreb, como lo ha hecho Radio Tarifa en varios temas (Rumba Argelina, La Mosca, La Tarara), es más un ejercicio de redescubrimiento de los orígenes comunes de dos culturas en el fondo muy próximas (el resultado lo prueba), más que una fusión entendida como colage de elementos ajenos entre si. .
El grupo, en grabación como en directo, trabaja con músicos provenientes de muy diversos mundos musicales (flamenco, jazz, rock, música árabe, clásica, etc...), y se aleja de todo purismo en la elección de los timbres (desde instrumentos tradicionales mediterráneos como la derbuka, el ney o el ud, hasta instrumentos medievales como el cromorno, orientales como el bansuri - flauta travesera hindú - o modernos como el bajo eléctrico, la guitarra eléctrica o el órgano Hammond) y en el tratamiento de las melodías.

Descanse en paz Benjamin Escoriza







La cultura de la alimentación en el al-Andalus


Cuando los musulmanes llegaron a la Hispania romanogoda, se encontraron con un panorama alimentario poco reconfortante. La tierra era pobre de recursos, y por tanto la alimentación escasa y poco variada; se basaba casi exclusivamente en el consumo de cereales y en la vid, una agricultura de base romana, conservada, prácticamente sin variación, por los visigodos, cuyos elementos principales eran los cereales. Lo mismo sucedía en el resto de Europa donde el cultivo de frutas y hortalizas era prácticamente inexistente.

En base a esta situación, la política de los dirigentes Omeyas de al-Andalus, fue la de impulsar todo lo relacionado con el desarrollo agrícola. Para ello en primer lugar se recopilaron y tradujeron gran cantidad de textos antiguos sobre agricultura -la mayoría orientales- y se perfeccionaron y aumentaron los sistemas de regadío de origen romano existentes en el suelo peninsular, tanto en las técnicas de extracción, como de conducción del agua. Se aclimataron e introdujeron nuevas especies vegetales.

La agricultura que, a partir de ese momento se iba a desarrollar en al-Andalus se basaría en tres modelos:
A) El modelo Oriental que tenía cuatro fuentes básicas: 1.- Bolo Demócrito de Mendes agrónomo egipcio. 2.- Enlaza la tradición griega con la siriaca y la persa 3.- Bizantinos (rumíes). 4.- Agricultura Nabatea.
B) El modelo Latino proviene de distintos autores entre los que destacan Columela, Varrón, Plinio, Paladio y Martialis.
C) El modelo Mozárabe se reduce al uso de los textos latinos que los musulmanes hallaron en España guardados en monasterios.


La prosperidad que alcanzó la comunidad musulmana conllevó una elevada densidad de la población y determinadas formas de asentamiento, lo que implica asimismo la necesidad del máximo aprovechamiento de los recursos, naturales o creados. De donde se derivan unas formas de utilización intensiva de la tierra, pero sumamente respetuosa del equilibrio del ecosistema.
La agricultura andalusí se orientó hacia cultivos preferentemente alimentarios aunque existieran otros de uso comercial, como los empleados en los tejidos, en la cría de gusanos de seda, o en la fabricación del papel, por lo que no podemos olvidar las moreras, las plantas textiles y las medicinales

La base de la agricultura la constituían los cereales, las hortalizas y verduras, legumbres, arroz, plantas aromáticas, frutas y árboles frutales.....
Para los cereales, existían molinos de diversos tipos, incluso móviles y transportables, que daban idea de la gran demanda de este producto y de su valía, algo que, también, se refleja en las ordenanzas de los zocos. Las frutas también originaron una industria, la conservera, con la creación de almíbares, arropes o jarabes, mientas las plantas aromáticas creaban una industria de perfumes.


Los cambios introducidos en la agricultura hispano-goda, además de repercutir en los sistemas de cultivo y en los productos, provocaron una alteración sustancial en la alimentación. Frente a la clásica trilogía cristiana de trigo, carne y vino, los andalusíes crearon nuevos hábitos alimenticios en los que las verduras no fueron solo la base, sino el elemento imprescindible, bien a solas, bien acompañando las carnes, las sopas, el pescado, con una enorme cantidad de variantes en sus recetas.
Los andalusíes podían consumir verduras y hortalizas frescas durante todo el año. Precisamente, este elevado consumo de verduras y de frutas, frescas y secas, será tan andalusí que el posterior tribunal del Santo Oficio descubrirá al moro reincidentemente por la afición al consumo de vegetales.

En cuanto a las frutas, desde el siglo XI se daban en al-Andalus prácticamente las mismas que hoy se encuentran en nuestros campos. La producción agraria llegó a ser tan elevada, que surgieron "Excedentes alimentarios", que al ser vendidos, favorecieron el que otras personas de la comunidad se especializaran en determinados oficios, lo que dio lugar a una economía y a una cultura urbana muy desarrolladas. Lo que sucedió fue, en definitiva, lo que los especialistas han dado en llamar una auténtica "revolución verde".
Las buenas mañas hortícolas de los andalusíes, no solo fueron estimadas por los musulmanes norteafricanos que les acogieron tras ser expulsados de España, sino que también eran valoradas por los propios cristianos, como así lo demuestra un refrán popular que todavía se emplea entre nosotros y que dice: "¡Una huerta es un tesoro, si el que la trabaja es un moro!".


INTRODUCCIÓN DE HORTALIZAS Y VERDURAS

Otro grupo de productos básicos en la alimentación de la población andalusí, y que supone un gran cambio en relación con la del resto de la Península, eran las verduras y hortalizas frescas que se añadía a las sopas y potajes preparados con cereales y leguminosas. Además de ser muy variadas, dada su disponibilidad a lo largo de casi todo el año por la alternancia de cultivos y especialización practicada en las huertas, las técnicas de conservación propuestas en los tratados agrícolas mantenía las posibilidades de abastecimiento, potenciando el consumo de estos productos en todos los niveles de la población. También eran ingredientes complementarios de los platos de carne y, aunque con menos frecuencia, aparecen también como elemento principal y casi único en cierto tipo de menestras.

En los zocos andalusíes existía la figura del frutero y verdulero, lo que pone de manifiesto la importancia de su comercio y consumo, con normas muy estrictas, al igual que en otros sectores del mercado dedicados a la alimentación. De ellas hay una curiosa normativa de carácter higiénico recogida en un tratado sevillano de comienzos del s. XII relativo a la ordenación urbana, especialmente al control de zoco: “Las verduras se lavarán en el agua del río que está más limpia, pero no en las albercas y estanques de los huertos”. Esta recomendación denota también la inmediatez y cotidianeidad del consumo de tales productos, a la vez que dibuja los paisajes agrarios periurbanos configurados en torno a los cauces de los ríos y de los sistemas de regadío.
La fruta, cuya producción y variabilidad fue superior a la de hortalizas y verduras, constituye otro importante componente en la dieta de los andalusíes, aunque con frecuencia se minusvalore.
Realmente, la fruta, como alimento, no gozaba de mucha estima entre los médicos árabes medievales. Una de las causas de esta animadversión era el seguimiento a ultranza de las teorías de Galeno, gran detractor del consumo de frutas. No obstante, había otros médicos que hablaban favorablemente de ellas: el hecho mismo de las detalladas prescripciones sobre un considerable número de frutas incluidas en los tratados de dietética, está evidenciando claramente que su consumo era algo habitual en la dieta de la población.

Entre los frutales, destacan las higueras, melocotoneros, albaricoqueros, ciruelos, manzanos, perales, granados, nísperos, membrilleros, pistachos, azufaifos, acerolos, almeces, moreras, avellanos, castaños, nogales, encinas, algarrobos, pino piñonero, palmeras datileras, entre otros. De algunos de ellos, especialmente de los que requieren un mayor aporte hídrico, hay un cultivo mixto con hortícolas: membrillos, albaricoqueros y melones, etc. El aprovechamiento, tanto de frutos como de madera y otros elementos de ellos, era múltiple.

Además, de numerosas especies silvestres se recolectaban sus frutos, entre ellas Rhamnus spp., Rubus spp., Arbutus unedo, Myrtus communis, Crataegus monogyna, y Sorbus spp., consumidas generalmente secas, tras complejos procesos recogidos en los textos agrícolas. Incidiendo en la importancia de la fruticultura y su incidencia en la alimentación de los andalusíes tenemos las exhaustivas técnicas de conservación de frutas recogidas en los tratados agrícolas. 

EL ACEITE DE OLIVA

De nuevo nos encontramos con un elemento básico en la alimentación y cocinas de al-Andalus: el aceite de oliva que, como en toda el área mediterránea era, sin lugar a dudas, la grasa más consumida, siguiendo toda una antigua tradición, en retroceso en el período visigodo, que los andalusíes relanzaron. No obstante, variaba su forma de utilización en la cocina, en relación con los diversos grupos socio-económicos: en los tratados culinarios andalusíes está casi omnipresente este aceite pero como un elemento más, como un condimento de los platos, al mismo tiempo que no se mencionan demasiadas frituras. No obstante, el 90% o algo más de las recetas de los dos tratados de cocina andalusíes conocidos utilizan el aceite de oliva. En los zocos, por el contrario, se preparaban muchos y variados tipos de frituras, platos más fáciles de elaborar y más económicos.

Por último, cabría destacar cómo el vivo cromatismo y riqueza de aromas de las cocinas de al-Andalus se vieron favorecidos frente a las monocromáticas y poco variadas de las del resto del territorio peninsular por medio del empleo de las especias locales cultivadas, entre las que destaca el azafrán, junto a las aromáticas espontáneas que se integraban en los espacios naturales. 

La influencia ejercida por la nueva agricultura de al-Andalus podríamos resumirla en varios puntos. Por una parte, la diversidad alimentaria conseguida tras el arribo de esta componente principalmente oriental queda atestiguada por el elevado número de especies citadas a comienzos del siglo XIII en la obra del agrónomo Ibn al-Awwam, en la que cerca de 400 especies las especies distintas son mencionadas como cultivadas, cifra que representa un nivel muy estimable de diversidad, especialmente si se tiene en cuenta la ausencia del elemento florístico americano. Como resultado de este período llegamos al s. XV, en el que se encuentran la mayor parte de las especies orientales hoy habituales en la cocina española, introducidas y plenamente incorporadas en nuestra alimentación.

Por otra, a partir del análisis de los textos agrícolas se puede otro tipo de información, como es la preocupación de sus autores por una alimentación sana que aproveche al máximo los productos cercanos. Ello les lleva a incluir en sus obras normas sobre economía doméstica impregnadas de una sabia dietética sobre procesos de conservación de granos, frutas y verduras, elaboración de derivados lácteos y panificación. Pero no se trata de una dietética estandarizada y “tradicional”, de acuerdo con los cánones médicos, sino que son consejos dirigidos a los agricultores, junto con determinadas normas, a veces muy cercanas a la farmacopea, que recogen prácticas populares, en un intento de ensayar nuevas fórmulas alimentarias para aprovechar al máximo los recursos naturales. Todo ello responde a un concepto global de dietética en el que salud y ecología van estrechamente ligadas, con una convergencia de intereses y unicidad de objetivos a alcanzar: la salud del individuo. 

Turismo, todo por empezar, todo por aprender

Turismo, todo por empezar, todo por aprender   En la carrera fácil hacia el éxito nos olvidamos del paso a paso y consolidar los logros   En...