Trabajando por el futuro
Conclusiones del Encuentro de Sevilla. 2006
El mediterráneo, un territorio de contacto, de fricción a veces, un espacio de cultura más que una entidad geográfica, se enfrenta a procesos comunes en sus dos orillas, fruto de los nuevos tiempos de globalización que le toca vivir.
Lo natural, lo tradicional, los valores
que han hecho de esta zona un referente son ahora la excepción, pero
como señala el Director de la Fundación Tres Culturas, Enrique
Ojeda, hay que sacar provecho de este momento de crisis y convertirlo
en una nueva oportunidad; para ello, el papel de la mujer se
configura como un elemento clave. Su participación en diferentes
campos de acción, tales como la política, la economía, el mundo de
la cultura y las artes y la sociedad civil son parte de la realidad y
un reflejo de que el dominio patriarcal va cediendo, por fin, en el
Mediterráneo.
Pero no hay que bajar el ritmo, pues la
lucha continúa y hay que consolidar las conquistas y no ceder el
terreno ganado, especialmente en el ámbito de los derechos
fundamentales, que deben convertirse en realidades más allá del
papel.
El progreso de los pueblos se hace al
paso del progreso de sus mujeres, por lo que en el Mediterráneo, con
una población femenina que representa más del 50% del total, se
necesitan canales de comunicación para que los logros de unas
mujeres sirvan de referente a otras, y así el avance sea completo.
En este sentido, los países de la
orilla norte tienen un papel importante que jugar, pues al menos en
teoría tienen una situación más avanzada, más consolidada en lo
que a la mujer se refiere; pero la práctica, la realidad, nos dice
otra cosa, y por ejemplo en España, donde se acaba de aprobar una
avanzada Ley de Igualdad de Género, las mujeres cobran, de media, un
40,6% menos que los hombres, están empleadas a tiempo parcial en el
78% de los casos y sólo representan el 28% del empresariado. Y todo
esto conformando el 50,6% de la población y el 53,7% de los
universitarios.
Está claro, pues, que queda trabajo
por hacer, y que son las propias mujeres quienes mejor pueden liderar
las iniciativas que lleven a romper las estructuras políticas,
económicas y culturales que, aunque resquebrajadas en diferente
medida, perviven en las sociedades del Mediterráneo.
Las diferentes voces que llegan desde
Marruecos y Argelia, desde España y Francia, desde Israel y
Palestina, deben converger y buscar el modo de sonar con un tono
común, femenino, que acabe con la discriminación y logre una
igualdad plena.
La mujer en los cambios
políticos.
El primero de los campos de acción
femenina tratado en el Encuentro es el de la política, donde la
labor femenina se encuentra habitualmente con una serie de
estructuras que permiten cierta libertad de movimiento, pero que
eventualmente conducen a un “techo de cristal”, a una barrera
invisible más allá de la cual la mujer no puede alcanzar.
Factores como la influencia femenina en
los cambios legislativos o la paridad en el acceso a los puestos de
poder fueron objeto de discusión.
- Milouda Hazib, presidenta de la
Organisation de la Femme Démocrate de Marruecos, dio algunos apuntes
sobre estos aspectos en el momento actual de su país. La realidad
social marroquí se encuentra en un punto de transformación de las
estructuras atávicas a todos los niveles, y la democratización está
llegando a todas las esferas de la sociedad, lo que permite a la
mujer vencer resistencias y tomar parte del proceso.
Se ha llegado en Marruecos a un
compromiso social en el que diferentes fuerzas sociales, de distinta
ideología, han seguido la dirección marcada por la propia
institución monárquica, que ha servido de árbitro en el proceso;
así, el Código de Familia, la Mudawwana, ha sufrido una serie de
reformas que respondían efectivamente a las demandas y la realidad
sociales, pese a las reticencias de las clases más conservadoras del
país.
De este modo, se han conseguido avances
como la representatividad de las mujeres en los partidos políticos o
la eliminación de la discriminación. El tren de las reformas se
consolida, y prueba de ello e indicador de progreso es la presencia
de 35 mujeres en el Parlamento desde 2002. A pesar de todo esto,
concluye Milouda Hazib, la mujer no debe descuidar su actitud
vigilante para preservar los derechos adquiridos.
- Unos derechos que, en opinión de
Francisca Sauquillo, presidenta del Movimiento por la Paz, el Desarme
y la Libertad, deben imponerse dado que son totalmente legítimos, al
igual que el acceso de las mujeres al poder.
A este respecto, la presidenta del MPDL
considera la política como algo fundamental, porque desde ella se
logran los cambios. La mujer no debe temer al poder, a ser corrompida
por él, sino que tiene que obtenerlo y cambiar las estructuras, el
monopolio masculino, los dogmas y las barreras estructurales que
hacen que los hombres sean insustituibles y las mujeres
intercambiables.
Pero las barreras estructurales no son
las únicas que hay que derribar, porque también las hay mentales.
Hay que convencer a los hombres de la igualdad; los avances tales
como las leyes (contra la violencia de género, de igualdad, etc.)
deben corresponderse con avances en la manera de pensar, en las
estructuras mentales y sociales. Y hay que convencer a las mujeres de
su situación, de sus capacidades, de su identidad colectiva, de la
diferencia entre lo que se considera que son y lo que realmente
pueden llegar a ser.
En nuestro país, los logros políticos
se remontan a esfuerzos que comenzaron en los años 80, con la
política de cuotas. Los frutos son hoy un gobierno paritario, pero
hay que perseverar y trabajar por que la igualdad sea total y real,
con una conciliación entre la vida pública y la vida familiar.
- Precisamente sobre las dificultades
de esa conciliación elaboró su intervención Leila Benallegue,
presidenta de Egalité devant la Loi. Las múltiples barreras a las
que la mujer debe enfrentarse en la construcción de su carrera
política se dan tanto en su país de origen, Argelia, como en su
lugar de exilio, Francia.
La maternidad, la realidad cotidiana de
una mujer trabajadora y la violencia del medio político, que se
agudiza contra las mujeres, dificultan enormemente la evolución de
la mujer en la política. Se pretende que la mujer sea madre, que se
ocupe de la esfera privada, familiar, y al tiempo de su carrera, algo
que al hombre no se le exige, puesto que se le exime de cargas
familiares, como si acaso los niños no tuvieran también necesidad
de su padre.
Para crearse una carrera, para abrirse
un camino y llegar a los puestos de poder la mujer debe conseguir un
difícil equilibrio en su actividad pública para evitar acusaciones
machistas: debe ser abierta al tiempo que reservada, amable a la par
que discreta, debe convencer sin que parezca que quiere seducir a sus
interlocutores...
Las barreras están más insertadas en
las estructuras de lo que parece; incluso en un país como Francia,
donde el voto femenino está vigente desde 1945, surge el debate
social si se plantea la cuestión de una mujer presidenta de la
República, puesto que se ve el cargo como la expresión máxima del
poder político, y por ello como algo masculino. Esta cuestión de la
representación femenina en el poder está al orden del día, y
responde a reivindicaciones cada vez más fuertes, aunque aún así
se siguen dando incoherencias: Hamas, en Palestina, ha incluido a
numerosas mujeres entre sus candidatas, entre quienes son la
representación del pueblo, pero estas mujeres no se representan a sí
mismas, pues están veladas.
Se necesitan políticas femeninas,
hechas para mujeres y por mujeres, dado que las que a veces se hacen
desde el conservadurismo llevan otras intenciones, como la captación
de votos o el mero cumplimiento de la política de cuotas. Otra
necesidad, son las redes de solidaridad entre las mujeres de
diferentes países para lograr una articulación política femenina;
en el caso de la transición española, la solidaridad de los países
escandinavos fue fundamental, por lo que los países del norte deben
ahora tender su mano a los del sur.
- Sobre esta articulación de la mujer
en la política, concretamente en el contexto de la sociedad israelí,
elaboró su intervención Hanna Herzog.
El discurso nacional y nacionalista
deja fuera de sus márgenes a la mujer, es un discurso que pasa por
alto las circunstancias de género que forman parte de la sociedad.
En el caso específico de Israel los roles de la mujer son los de
madre, conservadora de la familia y educadora de las nuevas
generaciones.
En opinión de la investigadora del
Instituto Van Leer de Jerusalén se llega a politizar la maternidad,
especialmente en el caso de la extrema derecha nacional-religiosa,
que exacerba esos roles femeninos citados para equipararlos e
identificarlos con la causa política de la ocupación y
colonización. En el campo contrario también se dejan oír voces,
como pueden ser las de las madres de los soldados, pero en cualquier
caso se sigue cayendo en la trampa de la politización de la
maternidad. Sólo algunas organizaciones femeninas como Mujeres de
Negro llevan a cabo una labor desde un posicionamiento netamente
femenino, no maternal.
Para Herzog, la alternativa que le
queda a la mujer en política es la búsqueda de un denominador
común, la creación de unas vías de diálogo femeninas que permitan
a la mujer situarse en diversas esferas de actuación, como por
ejemplo la resolución de los conflictos que separan el Mediterráneo.
Queda claro que hay una serie de
elementos comunes que afectan a la situación de la mujer frente a
los cambios políticos. La violencia, un factor determinante en
demasiadas ocasiones en ambas orillas del Mediterráneo, es uno de
ellos, por lo que debe ser uno de los primeros aspectos a tener en
cuenta si se quiere lograr un avance político transnacional, que no
deje atrás a las mujeres del sur. Las redes de solidaridad a las que
se aludía deben trabajar contra las múltiples violencias que sufre
la mujer, como la violencia en situaciones de conflicto, donde se
convierte en víctima por partida doble, o la violencia legal que la
discrimina.
También desde la solidaridad, desde el
trabajo en común, se pueden deconstruir estructuras, luchar por una
secularización y una educación que liberen a las mujeres, que
consigan que la reafirmación de la identidad, en el caso de las
emigrantes del sur en Europa, no signifique ni un paso atrás en sus
derechos ni en los logros alcanzados. Todo esto debe hacerse de modo
que la mujer se reconcilie con ella misma, que aprecie lo que ha
conseguido, y que se reconcilie igualmente con el hombre,
integrándolo en sus proyectos para hacerle comprender que los
problemas de la mujer son los problemas de toda la sociedad.
Mujer, arte y cultura
en el Mediterráneo.
En un espacio como el Mediterráneo,
generador de civilizaciones, el papel del arte y la cultura tiene
especial importancia, por lo que la implicación de la mujer como
artista, como creadora, como generadora y transmisora de cultura en
la actividad pública merece ser tenida en cuenta.
- Pero la cultura no es algo uniforme,
monolítico, sino múltiple y variado, especialmente en torno a las
orillas del Mare Nostrum, como afirma Olvido Salazar-Alonso, alguien
con experiencia en la gestión cultural y que desde su posición de
Jefa de Actividades Culturales del Instituto Cervantes ha tenido la
oportunidad de trabajar y conocer la riqueza cultural de Marruecos.
Para ella, la cultura debe ser ante todo comunicación, curiosidad y
conocimiento mutuo.
Esto se hace más necesario en los
países de la cuenca mediterránea porque éstos son tan variados
como las personas que en ellos habitan. Lo que sí se da es una serie
de elementos políticos, económicos y sociales que les hace
poseedores de un denominador común que no es compartido por algunos
países del sur, porque otros elementos fundamentales, como la
educación, mantienen diferencias demasiado graves. En Marruecos, por
ejemplo, la tasa de analfabetismo es de casi el 40%, y afecta
mayoritariamente a las mujeres.
La realidad social, pues, no se
corresponde con la realidad cultural, y estamos hablando de un enorme
potencial que no se desarrolla por la falta de educación,
especialmente de la población femenina.
Hace falta educación y la aplicación
de políticas culturales que den un lugar adecuado a cada expresión
cultural, porque no sólo un libro de filosofía es cultura, sino que
un cántaro hecho por una mujer marroquí también lo es, y como tal
debe ser apreciado. Pero hay que dar la oportunidad, primordialmente
a las mujeres, de poder apreciar el libro, para lo que hay que
enseñarles a leer. Con educación se logrará el desarrollo del
potencia cultural, pero también económico, social y humano de las
mujeres.
- La labor artística se ha enfrentado
tradicionalmente a una serie de prejuicios que en el caso de las
artistas femeninas se han visto agravados, ampliados por las
arbitrariedades habitualmente aplicadas a las mujeres. De la rotura
de algunos de esos prejuicios, como la acusación de frivolidad,
habló Cristina del Valle mediante la narración de sus experiencias
con la Plataforma de Mujeres Artistas. En algunos casos, los
prejuicios también son compartidos por las propias feministas.
La citada asociación se propuso como
objetivo luchar contra la violencia ejercida contra las mujeres
mediante una de las armas más eficaces para combatirla, la
visibilidad. Los métodos de trabajo son distintos a los de cualquier
asociación masculina, pues se pretendía hacer algo nuevo, femenino,
a través de redes. El trabajo se convierte aquí en algo personal,
que se hace día a día, sin infraestructuras concretas más allá de
las personales. El ámbito de actuación es todo el mundo, cualquier
lugar donde la violencia masculina se evidencie. El Sahara, Iraq,
Palestina, México... Y todo desde una perspectiva de la cultura,
utilizando el lenguaje universal del arte como medio de expresión.
- Esta toma de las riendas por parte de
la mujer en el campo del arte, de su utilización en este caso, es
algo relativamente nuevo. El mundo de la cultura es eminentemente
masculino, y no fue hasta 1968, con la convulsión de los sucesos de
París, que las mujeres empezaron a adoptar nuevas posiciones. Anne
Testut, fotógrafa y Directora del Instituto Francés de Sevilla,
habla de este nuevo posicionamiento de la mujer. Históricamente, lo
femenino ha sido el objeto de la representación, y los hombres los
sujetos de la función artística. El siglo XX trae la
democratización del arte y la cultura, y las producciones artísticas
son mixtas, a pesar de que sigue sin haber igualdad de oportunidades.
En lo que a representación se refiere,
el mundo artístico sigue siendo masculino: sólo el 5% de los
artistas representados en el Museo Metropolitano de París son
mujeres, y todavía no ha aparecido un Picasso femenino en la
humanidad.
El esfuerzo a nivel de producción es
mixto como se ha dicho, y en algunos casos incluso femenino; es el
caso de la fotografía, donde hay, por ejemplo en Iraq, más mujeres
fotógrafas que hombres. El arte femenino no tiene por qué ser
feminista. Lo importante es que se aporte un elemento subjetivo, una
visión crítica.
- Esa visión, esa subjetividad
femenina se enlaza con la identidad de la artista, como nos comenta
la periodista Kim Akhtar, cuya condición de mujer mitad libanesa
mitad india se añade a su trabajo, a caballo entre Oriente y
Occidente. La periodista considera el arte como parte esencial del
tejido de la vida, y nos remite a las sociedades matriarcales de la
India como ejemplo de interacción entre lo femenino y lo cultural.
Además, en esas sociedades las mujeres se integran cada vez más,
desde los años ’50, en todos los ámbitos de la vida pública,
desde la política al arte. En el Líbano, sin embargo, al igual que
en otras sociedades musulmanas, la esfera privada sigue siendo el
medio femenino por excelencia.
El problema de cualquier arte y artista
es caer en el error de convertirse en negocio, lo que en el caso
femenino equivale a reflejar modelos masculinos que le son ajenos. Lo
que también queda claro es que son excepcionales los casos en los
que el arte y la cultura se han convertido en puentes, en medio de
comunicación entre los pueblos del Mediterráneo. El desconocimiento
y la falta de libertad impiden crear los lazos necesarios. El artista
debe ser libre, independiente, no sólo con respecto al mundo de los
negocios, sino también respecto a la política. Pero la libertad del
artista es algo todavía arriesgado en algunos países de nuestro
entorno.
Hay que dar libertad a los artistas,
puesto que la libertad supone visibilidad. Las mujeres del sur,
especialmente las artistas, la necesitan particularmente, por lo que
habría que crear espacios no sólo para la economía o la política,
sino para la cultura.
El papel de la mujer en la economía.
En una época en la que por fin las
mujeres acceden a la dirección de los grandes negocios, se da la
paradoja de que la gran mayoría de la población femenina sigue
encontrándose en unas condiciones socioeconómicas precarias.
También se da el hecho de que las nuevas alternativas como la
microeconomía entroncan con roles tradicionales de la mujer en las
sociedades del Mediterráneo. Todo esto en un marco en el que las
desigualdades sociales se ven amplificadas por efecto de la
globalización.
- En nuestro contexto mediterráneo, y
más concretamente en el Magreb, los reajustes estructurales a los
que se ha visto sometida la economía han afectado con especial
incidencia a las mujeres, como explica Malika Remaoun, presidenta de
la Association Fémenine pour l’Epanouissement de la Personne et
l’Exercise de la Citoyenneté.
Los ajustes económicos han provocado
un deterioro del poder adquisitivo y un aumento del desempleo, lo que
ha inducido a las mujeres al trabajo informal, a formas de economía
más precarias, fuera de las grandes estructuras, para poder mantener
su nivel de renta.
Pero estos elementos también han
promovido nuevas oportunidades, especialmente desde los años 80, en
lo que se refiere a nuevas iniciativas económicas y el aumento de
mano de obra femenina dispuesta a buscar nuevas opciones, bien como
parte reconocida de las estructuras económicas formales bien
mediante alternativas como el autoempleo.
Además, las nuevas emigrantes ya no
son mujeres sin capacitación que siguen a sus maridos, sino
licenciadas que salen de sus países para buscar una oportunidad en
Europa, afirma la economista argelina.
Los dispositivos con los que las
mujeres pueden integrarse en el mercado laboral son la microempresa y
los microcréditos, que responden de una manera muy adecuada a las
necesidades de las mujeres, que demuestran unas grandes capacidades.
La actitud política ha cambiado a este respecto, en parte por
exigencias del Banco Mundial, y cada vez más las mujeres acceden a
estos créditos.
- Sobre este tema también apuntó la
intervención de Souad Zebdi, tesorera de la Association pour la
Promotion de l’Enterprise Féminine.
Los microcréditos también están en
auge en Marruecos, concedidos bien por el Estado bien por la banca
privada, y responden a la ventana de oportunidad que se presenta a
las nuevas generaciones de mujeres que tienen ante sí el desafío de
la globalización, cuyos efectos se dejan notar con especial
incidencia en ámbitos rurales, donde la mayoría de la población es
femenina.
Esta mujer trabaja en actividades
ancestrales, quedando por ello fuera de lo que las nuevas exigencias
económicas consideran útil. El desafío es pues alcanzar un
compromiso social que reintegre esas actividades, para que de este
modo pasen de lo informal a lo formal, lo rentable. Ejemplo de las
posibilidades de este compromiso, realizado a través del trabajo en
red, son proyectos como los que permiten la venta de artesanía hecha
por mujeres en los vuelos de Royal Air Maroc. Y todo esto se puede y
se debe hacer, concreta Souad Zebdi, dentro del desarrollo
sostenible.
- Para Fattouma Benabdenbi,
copresidenta de Terre et Humanisme, esta cuestión del desarrollo es
fundamental, pues la ecología, la cultura y la tradición no tienen
por qué reñirse con la economía.
La socióloga marroquí puso como
ejemplo de esto la situación de la región en la que nace el argan,
una de las más pobres de Marruecos a pesar de que posee de forma
exclusiva ese árbol, dotado de unas extraordinarias cualidades y que
produce un aceite preciadísimo por las grandes empresas de
cosmética. Ahora se está empezando a funcionar en la región,
consiguiéndose que mediante el trabajo en cooperativas y los
microcréditos las mujeres exploten la riqueza natural y desarrollen
una pequeña economía sostenible.
Se demuestra pues que la economía
puede basarse en lo tradicional, lo cultural, y que los conocimientos
femeninos pueden ser un capital con el que invertir.
- Los efectos de la globalización de
los que se viene hablando no sólo afectan a las economías femeninas
de zonas rurales o relativamente más desfavorecidas, sino que
igualmente pueden perjudicar a mujeres independientemente del espacio
geográfico en el que vivan, como es el caso del colectivo árabe
dentro de Israel, una economía pujante. Michal Schwartz,
coordinadora del trabajo de género del Workers Advice Center de Tel
Aviv, habló de los cambios sufridos por la economía de su país y
de los efectos de estas transformaciones en las mujeres
arabo-israelíes.
Este grupo femenino, que normalmente
había permanecido en el hogar, en parte a causa del tradicionalismo
de su sociedad y en parte debido a una ausencia relativa de necesidad
de colaborar en el sostenimiento económico familiar, ve cómo su
situación cambia a mediados de los ’90, cuando los efectos de la
globalización se dejan sentir especialmente en Israel, donde los
gastos sociales se recortan hasta en un 50%.
Los ámbitos en los que la mujer se
integra en la economía de forma tradicional en este grupo social, la
agricultura, la industria textil y el cuidado doméstico de ancianos,
también cierran sus puertas a la mujer árabe. Israel comienza a
importar trabajadores extranjeros, más fácilmente explotables y con
menos posibilidades de reclamar derechos básicos. Los tailandeses en
el campo y las filipinas en el cuidado doméstico, junto con la
deslocalización de la industria textil a países como Rumanía,
terminan de desplazar a las palestinas.
La situación actual requiere una serie
de acciones políticas que reviertan los hechos, pues un número cada
vez mayor de familias viven bajo el umbral de la pobreza, viéndose
las mujeres forzadas a trabajar incluso descuidando a sus hijos, y
ante la oposición de los maridos, ofendidos por la necesidad de
recurrir a la ayuda de las esposas.
Los planes del gobierno, como el
llamado Plan Wisconsin, no logran sus objetivos, pues las ayudas
sociales siguen siendo muy escasas, y apenas un 17% de las mujeres
árabes tienen trabajo, frente al 55% de las judías.
Está claro que la precariedad
económica se traduce en falta de independencia, y por lo tanto de
igualdad, para las mujeres. Los microcréditos e iniciativas
similares pueden servir para paliar esa situación. Pero también hay
que trabajar los aspectos sociales, aparte de los económicos,
integrando a los hombres y sin dejar atrás a grupos de riesgo como
las inmigrantes, cada vez más presentes.
Mujer, asociacionismo y reivindicación
social.
La sociedad civil, el mundo del
asociacionismo, se ha convertido en tiempos recientes en un arma útil
para afrontar los nuevos desafíos. El trabajo en red, que va más
allá de las limitaciones regionales, ha conseguido que las
reivindicaciones de unos pocos, o unas pocas, lleguen a convertirse
en las de todos.
- De este papel importantísimo e
influyente de la sociedad civil sabe Lubna Al-Ashqar, periodista
palestina del Sawt al-Nissa’, La voz de las Mujeres.
Históricamente, el asociacionismo se
ha destacado en la sociedad palestina a lo largo de sus largos años
de lucha contra la ocupación, demostrando su eficacia. La
importancia del trabajo civil radica, especialmente en el contexto
palestino, en que en los escenarios de conflicto violento la
situación de las mujeres empeora notablemente. La violencia en este
entorno se ceba en las mujeres incluso dentro de su propio medio
social y familiar, pues los llamados “crímenes de honor”, un
ejemplo más de violencia doméstica, se añaden a la violencia
cotidiana.
Sawt al-Nissa’ trata estos temas, lo
que nunca antes se había hecho, pero lo realmente significativo de
es su condición de periódico femenino, hecho por mujeres y que
trata asuntos de mujeres, o asuntos públicos tratados desde un punto
de vista femenino, rellenando un hueco importante en la sociedad
palestina.
- También sobre los “crímenes de
honor”, en esta ocasión en Jordania, trata la periodista Rana
Husseini. La violencia de género es un tema apenas visibilizado en
su país, por lo que la prensa debe aportar su esfuerzo para
conseguir cambios. Aparte de las lógicas reacciones adversas, la
labor de esta especialista en temas de género y derechos humanos,
junto con el trabajo de lobby de los colectivos feministas, ha
logrado que el gobierno ya reconozca el grave problema que se da
también en la sociedad jordana, y que hasta entonces era ignorado.
La sociedad civil femenina jordana,
gracias al trabajo en común y al apoyo de la prensa, ha alcanzado
finalmente una representatividad para las mujeres en la esfera
política.
El papel de la prensa debe ser, en lo
que se refiere a la mujer, el de dar visibilidad, permitir que se
oigan nuevas reivindicaciones.
- Yasmine Belmahi, como activista y
periodista del Citadine, de Marruecos, elabora sobre esta cuestión
tal y como se da en su país.
Las mujeres marroquíes parecen
encontrarse en dos sociedades diferentes, marchar a dos velocidades
distintas, por lo que aquellas que ya están emancipadas deben tomar
la voz de las que no lo están, para avanzar juntas. A este fin la
citada revista entrega cada 8 de marzo un premio, llamado Khmissa, a
cinco mujeres cuya labor en los campos de la empresa, los derechos
humanos, la cultura, la acción social y el deporte las hace un
símbolo de todo aquello a lo que puede aspirar, y lo que puede
conseguir, la mujer marroquí.
Una mujer que poco a poco va tomando un
nuevo lugar en la sociedad. Si hasta antes de los atentados de
Casablanca el movimiento asociativo caritativo en Marruecos era
principalmente islamista, tras los atentados, asociaciones que actúan
en nombre de los valores universales, el bien estar social, la
educación, la dignidad, etc, reconquistaron el terreno. De ese modo,
hoy día, y en parte gracias a la intervención de la clase política,
ya se puede hablar de nuevas asociaciones femeninas, que se ocupan de
problemas como el cáncer, la reducción de las tasas de natalidad en
las áreas rurales o la atención directa en zonas chabolistas.
- El éxito de las asociaciones
femeninas se debe en muchas ocasiones al trabajo en red, que consigue
importantes avances, que se multiplican notablemente si se hace uso
de las nuevas tecnologías, según Montse Boix.
La periodista también señaló que así
se había apuntado en la Conferencia de Beijing. El gran ejemplo
práctico de la utilización de estas tecnologías, que además son
un medio relativamente accesible y fácil, se vio en el éxito de la
convocatoria para la manifestación global del 15 de febrero de 2003
contra la guerra.
El trabajo en red ayuda a visibilizar,
y más aún a través de Internet, como lo demuestra la labor
de mediterraneas.org, la web que amplia contactos, fomenta la
sociedad civil y procura el avance al mismo ritmo de mujeres de
diferentes partes de nuestro entorno facilitando un espacio para el
debate de ideas que de otro modo no sería posible.
El gran inconveniente es la brecha
digital, que como indica la investigadora de tecnologías de la
información suele ser también una cuestión de género.
- En otras ocasiones las desventajas
desde las que parte la mujernosoncarencias formativas o a nivel de
acceso a tecnologías y medios, sino la ignoranciade la que son
objeto sistemático, como es el caso israelí, expuesto por Sarai
Aharoni.
Desde su actividad en Isha L’Isha, en
Haifa, se esfuerza por dar un lugar a la mujer fuera del contexto
masculino, nacionalista y militarista, cuyas decisiones se toman
siempre bajo el prisma de la economía o la seguridad.
Las mujeres podrían dar una nueva
perspectiva a la realidad israelí, y eso es lo que intentan,
presionando para conseguir un sitio en los lugares donde se decide el
futuro de toda la sociedad. Uno de los frutos que han conseguido
mediante sus reivindicaciones es obtener una representatividad en las
iniciativas que buscan una solución al conflicto con los palestinos,
aunque tuvieran que desistir en lo que a cuotas se refería.
Los movimientos feministas en Israel no
deben tener miedo a preocuparse por asuntos políticos, sino que
deben romper esquemas sociales y alcanzar lo más lejos que les sea
posible para lograr la igualdad.
- Una labor similar a ésta es la de
Bat Shalom, que también trata la política y la situación de los
derechos de las mujeres palestinas e israelíes, en un esfuerzo
considerable de trabajo colectivo y en red.
El trabajo en paralelo, a pesar de las
dificultades de una situación de conflicto permanente, la intifada,
el muro de separación y otros elementos en su contra, sirve de
puente, de nexo para reunir a mujeres de ambos lados con unos
intereses comunes. Como apunta Aida Shibli, miembro de la
organización, los enlaces culturales que se consiguen al trabajar de
forma conjunta salvan distancias y reconcilian identidades
diferentes.
Los movimientos feministas deben
implicarse en este tipo de actividad, puesto que el trabajo en red ya
es un logro en sí mismo, y puede que sea la única manera de hallar
una solución al conflicto entre israelíes y palestinos. Una visión
alternativa, femenina y desde la sociedad civil, como la de Bat
Shalom, puede conseguir que el asociacionismo dé frutos que sean
aprovechados por toda la sociedad.
Esta repercusión externa es uno de los
elementos que tienen que convertirse en las prioridades de cualquier
red futura que se establezca entre las mujeres del Mediterráneo. Hay
una serie de factores que podrían ser denominados como el “mínimo
común denominador” de las reivindicaciones y campos de acción del
feminismo activo: la lucha para erradicar la violencia contra las
mujeres y la pobreza, las desigualdades en el campo de los derechos,
el avance y el trabajo en común, la acción política, la
visibilidad y la representación.
Todos estos puntos son susceptibles de
ser aplicados localmente y exportados globalmente, mirando dentro de
las propias comunidades para aprender a mirar a las otras,
permitiendo que la lucha se amplifique mediante la acción de la
solidaridad.
La promoción de la paz uniría a las
mujeres, y la unión de las mujeres promovería la paz en el
Mediterráneo, un espacio cultural, ancestral, de contacto y que ha
estado demasiado tiempo privado de una acción femenina que conduzca
a una mejor relación entre sus civilizaciones.
Las mujeres del Mediterráneo, unidas
en un encuentro que puede ser el primer paso de esta acción, se
manifiestan decididas a hacerlo posible.
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